¿Sabías que un problema de audición puede convertirse a su vez en un problema cerebral que podría desencadenar consecuencias graves en nuestra salud general? La respuesta a esta pregunta es afirmativa y se debe, fundamentalmente, a que el cerebro sufre estrés cuando no se le proporciona suficiente información, como la que necesita, por ejemplo, para dar sentido al sonido, algo que también podría ser perjudicial para su funcionamiento.
Oímos con nuestro cerebro, no con nuestros oídos. Y ahora, una nueva investigación de Oticon, líder tecnológico en la fabricación de audífonos, demuestra que cuando nuestro cerebro no tiene acceso a la mayor cantidad de sonido posible, un proceso habitual en personas que sufren pérdida auditiva, no puede funcionar correctamente. La investigación también revela que simplemente hacer que ciertos sonidos sean más fuertes, que es como muchos audífonos tradicionales intentan mejorar la audición, no es la solución adecuada para las personas que experimentan esta patología.
Un problema de audición que se convierte en un problema vital
Los diferentes estudios realizados por Oticon ya habían demostrado que el cerebro desempeña el papel más importante dentro del proceso auditivo, de ahí que crease el término “BrainHearing”, o “escucha cerebral”. Esta nueva investigación en ciencias de la audición de la compañía de audífonos, profundiza aún más en este hecho y demuestra que el cerebro es capaz de concentrarse en los sonidos que elegimos y cambiar de foco de atención mucho mejor si tiene acceso a todos los sonidos relevantes.
Si el cerebro no recibe toda la información sonora que necesita a través de los oídos, tiene que trabajar más para concentrarse en lo realmente importante. Este esfuerzo adicional tiene consecuencias negativas: envejecimiento más rápido del cerebro, cambios en la forma en que este funciona o incremento de la incidencia de lesiones por caídas, fatiga, estrés, aislamiento social o depresión. Las consecuencias de vivir con pérdida auditiva no tratada incluso pueden acarrear un riesgo significativamente mayor de demencia, hasta 5 veces más que las personas con una buena audición.
La evidencia es clara: una buena audición ayuda a mantener el cerebro en forma para que se pueda seguir con una vida sin interrupciones por las consecuencias de una pérdida auditiva no tratada.
“Tratar una pérdida de audición correctamente promueve un envejecimiento saludable y reduce significativamente los problemas que puede acarrear. Si se tiene pérdida auditiva, los audífonos deben facilitar al cerebro la información correcta para que funcione de manera óptima. La nueva información sobre cómo escuchamos demuestra que nuestro cerebro está trabajando constantemente para crear una visión completa de todo el paisaje sonoro y concentrarse en lo que realmente se quiere escuchar. Si no se proporciona una información completa, el cerebro no podrá enfocar lo suficientemente bien y tendrá que trabajar mucho más”, asegura José Luis Blanco, Jefe de Audiología de Oticon, que continúa afirmando: “Esto revela que la mayoría de los audífonos, que se centran en enfocarse en determinados sonidos, en realidad están privando al cerebro de toda la información que necesita para escuchar de forma natural. Estamos muy orgullosos de ser innovadores en las tecnologías auditivas que apoyan al cerebro y, en última instancia, eliminan las consecuencias de la pérdida auditiva”.